El Presidente Andrés Manuel López Obrador es un experto en provocar y desviar la atención de lo verdaderamente importante en México.
Cuando AMLO ve un problema, su habilidad para generar tormentas mediáticas obliga a todos a hablar de lo quiere.
Recientemente, el Presidente expresó una crítica a la Universidad Nacional Autónoma de México, la calificó de individualista y solapadora del neoliberalismo.
Inmediatamente, todos los sectores políticos y académicos se levantaron en defensa de la máxima casa de estudios, cayendo en la provocación del Presidente.
Después de dos días de críticas y hasta universitarios rasgándose las vestiduras uno se pregunta si el Presidente está bien y yo pienso que sí por varios motivos.
El primero, es un ex universitario y puede hablar de su Universidad como le dé la gana, por eso la UNAM es un territorio del debate y de la tolerancia.
Segundo, la UNAM se ha entregado a un grupo de académicos que no han soltado los huesos académicos desde hace décadas, hay que ver el Instituto de Investigaciones Jurídicas donde un mismo grupo mantiene ese espacio sin cederlo a nadie.
Y tercero, la UNAM debe de transformarse constantemente, esa es la riqueza de una Universidad, moverse y revolcarse sobre su mismo pensamiento. ¿Qué acaso la ciencia no se enriquece de la crítica?
Pero lo que si veo peligroso es que toda la opinión pública caiga en la trampa del Presidente cada vez que él quiere.
En su mañanera, el Presidente difícilmente informa, su verdadera intención es dirigir la agenda informática, que lo escuchen todo el día en los noticieros y que la oposición se distraiga con sus ocurrencias.
Es raro que no se identifique, si cuando fue Jefe de Gobierno, lo hacía y lo lograba, desquiciaba a Vicente Fox.
Hoy López Obrador es el hombre de las noticias, de todos los días y todo el día.
@agsarubbi