De acuerdo con la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, en México han muerto producto de la COVID-19, desde que inició a pandemia a principios del 2020 y hasta octubre de este año, 621 mil 043 personas. De estos, 283 mil 954 confirmados por el virus y el resto por enfermedades asociadas a este.
Como todo fenómeno perturbador en la sociedad que trae consigo la generación de traumas colectivos y personales, muchos han optado por la negación de lo ocurrido; tal vez queriendo olvidar o simplemente, dejar atrás lo vivido. Sin embargo, la pandemia aún continúa y, probablemente traiga en esta temporada invernal un nuevo rebrote en el mundo.
México se encuentra dentro de los 10 países con mayor mortalidad en el mundo. Aunado a ello, de acuerdo con un informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aunque nuestro país logró cuadriplicar la disponibilidad de camas de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), se observa una debilidad de respuesta al Covid-19 que se traduce en: retraso en la notificación de casos, capacidad de pruebas limitadas, aislamiento inadecuado, falta de información sobre mortalidad y falta de medidas preventivas. Es notoria también, el déficit de inversión pública en los sistemas de salud, encontrándose México en este rubro por debajo de países como Barbados, Suriname, Colombia, Bahamas, Argentina o Chile.
El informe de la CEPAL destaca también deficiencia en medidas para el cuidado del empleo, observándose desempleo e informalidad; así como una debilidad en los sistemas de protección social que se tradujeron en más pobreza y barreras de acceso los servicios de salud y asistencia alimentaria.
¿Qué hemos aprendido entonces de estos dos años de confinamiento? ¿Nuestras ciudades están preparadas para nuevas epidemias o un nuevo rebrote del Covid-19?
Sin duda, las urbes están en la primera línea de la lucha contra los riesgos sanitarios. Las pandemias, tales como las que hemos sufrido en los últimos años, están poniendo a prueba a las ciudades de todo el mundo; afectando no solo a la salud pública, sino también a la economía y a nuestra sociedad. Así, además de generar la actual triple crisis (sanitaria, social y económica), el Covid-19 está poniendo en evidencia las capacidades institucionales, tales como la planificación y la gestión correcta las ciudades y la resiliencia urbana en tiempos de crisis. Habiendo pasado la CDMX y el Estado de México a semáforo verde, la tarea de los Gobiernos es crear soluciones para generar espacios metropolitanos más cuidadosos y resilientes.
Como hemos observado, la respuesta institucional a la crisis ha sido deficiente; aun así, sería injusto dejar de reconocer el esfuerzo realizado en materia de vacunación. Además de colaborar con la Estrategia Nacional de Vacunación, los gobiernos locales han implementado estrategias de contención y recuperación durante la Pandemia; atendiendo los problemas colaterales derivados de ésta.
Algunos estudiosos de las ciudades han puesto la atención en la sustentabilidad, el derecho a la ciudad y la resiliencia; sugiriendo la necesidad de ciudades compactas, policéntricas, con disponibilidad de servicios, empleo, espacios públicos, equipamiento e infraestructura.
Asimismo, aprender de lo ocurrido para incorporar en la legislación la materia de gestión integral de riesgos, con el fin de concentrar y sistematizar acciones e incorporar figuras jurídicas de gobernanza sobre la prevención y control de riesgos, como la de los comités de ayuda mutua, que permiten corresponsabilizar a la sociedad civil.
En la parte económica, fijarnos en el rol de las autoridades municipales, las cuales tienen un reto amplio, apoyar a los comercios pequeños, así como a los que cuentan con industrias; el nuevo tratado de comercio trilateral se verá impactado para el rediseño del tema de comercio de exportación. Los pequeños negocios formales e informales son básicos para todos los municipios y no se deben descuidar con el fin de que generen oportunidades de trabajo, pero también de seguridad hacia sus integrantes y clientes.
En el caso particular de la Zona Metropolitana del Valle de México, representa un éxito en la gobernanza y coordinación para atender la crisis; al colaborar entre los gobiernos municipales, alcaldiales y de las entidades que la conforman a través del intercambio de información y la construcción y adaptación de los espacios necesarios para la atención de los afectados. La pandemia no ha acabado, y la ha traído a la luz la necesidad de responder a los asuntos primordiales de nuestras metrópolis; tales como la vivienda adecuada, espacios públicos dignos, servicios e infraestructura; mismos que están altamente correlacionados con la crisis sanitaria y otras emergencias, tales como el cambio climático o la inequidad.
En el contexto actual, fortalecer nuestros esquemas de gobernanza metropolitana es imprescindible para encontrar soluciones a estos retos y responder mejor a las necesidades de las personas.