La cuarta transformación es experta en algo: en manipular la información.
Todas las mañanas, el Presidente y su gabinete salen para ganar los espacios en los medios de comunicación.
La voz lenta, con espacios más largos, el peregrinar de funcionarios gubernamentales y las presentaciones power point siempre dirigen lo que el gobierno quiere que se publique. Siempre deciden lo que quieren que los mexicanos nos enteremos.
En la semana, el gabinete de seguridad trató de explicar lo inexplicable. Mostró videos que no se pensaría que el ejército diera a conocer.
Más que transparencia, las fuerzas armadas, incluida la Guardia Nacional, abrieron más interrogantes que datos claros.
¿Quién dio la orden de dejar libre a Ovidio Guzmán? ¿Si ya lo tenían sometido, ¿Por qué no implementaron un operativo para extraerlo? ¿Por qué no usaron todo el peso del estado en vez de engañarnos con una supuesta decisión de estado?
Esas preguntas no las contestó ni el Presidente ni los integrantes del gabinete de seguridad, no está en el guion que planearon. Lo único que ofrecieron fueron pretextos.
Y después, lo peor… el Presidente se fue contra la prensa. La calificó de amarillista y hasta de “morder la mano de quién les quitó el bozal”.
Lo cierto es que ya no sabemos si es peor el operativo fallido en Culiacán o los pretextos del Presidente y su gabinete de explicar lo que salió mal.
La frustrada detención del Hijo del Chapo quedará en la historia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, un sexenio al que le sigue creciendo la lista de decsiones fallidas.
@agsarubbi