Un ensayo clínico internacional hecho en 42 hospitales de seis países, dos de ellos españoles -Vall d’Hebron y Hospital del Mar en la ciudad de Barcelona- ha demostrado que poner a los pacientes no intubados con COVID-19 grave en posición decúbito prono, es decir, bocabajo, mejora su pronóstico y reduce la necesidad de intubación y la mortalidad.
El estudio, que publicó la revista ‘The Lancet Respiratory Medicine‘, es la primera gran investigación que analiza los beneficios de este cambio de posición y abre la puerta a un cambio en la práctica clínica actual para incorporar este tratamiento como parte de la rutina médica para pacientes no intubados con COVID-19.
Un estudio internacional en el que participa #VallHebron evidencia la eficacia de la posición de decúbito prono en pacientes no intubados con #covid grave y tratados con oxigenoterapia de alto flujo. Puede cambiar la práctica clínica actual.
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— Vall d'Hebron (@vallhebron) August 24, 2021
Antes de este ensayo clínico, el doctor Jordi Mancebo, director del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Sant Pau de Barcelona y uno de los primeros en aplicar esta técnica en España, explicó el pasado mes de noviembre en una entrevista con Efe que en su hospital el 80 por ciento de los pacientes de COVID-19 que estaban en las UCI ya eran colocados en posición decúbito prono para mejorar la oxigenación arterial.
De hecho, en la mayoría de las UCI de los hospitales españoles ya se aplica esta técnica a los pacientes con Síndrome de Distress Respiratorio Agudo (SDRA) severo, por los beneficios que comporta esta posición para la buena evolución de la enfermedad.
Este porcentaje se redujo hasta el 40 por ciento entre los pacientes del grupo experimental, que habían pasado un tiempo en decúbito prono.
El estudio también ha comprobado que este último grupo todos los indicadores de respiración mejoraron en gran medida ya durante la primera sesión -de 3 horas de media-, y la mejora se mantenía al volver a posición supina.
Según los médicos, el hecho de evitar la intubación reduce el riesgo de sufrir complicaciones por esta causa y también implica un beneficio colectivo al tener menos necesidad de uso de respiradores, uno de los equipamientos con menos disponibilidad en muchos países.
Además, entre los que estuvieron boca abajo durante al menos ocho horas diarias, solo el 17 por ciento terminaron en intubación o muerte, por un 48 por ciento en los que pasaron menos de este tiempo, según el estudio en el que han participado hospitales de España, Francia, Canadá, México, Irlanda y Estados Unidos.
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El ensayo concluye que el uso de esta medida de colocarlos boca abajo es segura y muy sencilla de aplicar y no ocasiona ningún tipo de coste, sin riesgos asociados.
Este porcentaje se redujo hasta el 40 por ciento entre los pacientes del grupo experimental, que habían pasado un tiempo en decúbito prono.
El estudio también ha comprobado que este último grupo todos los indicadores de respiración mejoraron en gran medida ya durante la primera sesión -de 3 horas de media-, y la mejora se mantenía al volver a posición supina.
Según los médicos, el hecho de evitar la intubación reduce el riesgo de sufrir complicaciones por esta causa y también implica un beneficio colectivo al tener menos necesidad de uso de respiradores, uno de los equipamientos con menos disponibilidad en muchos países.
Además, entre los que estuvieron boca abajo durante al menos ocho horas diarias, solo el 17 por ciento terminaron en intubación o muerte, por un 48 por ciento en los que pasaron menos de este tiempo, según el estudio en el que han participado hospitales de España, Francia, Canadá, México, Irlanda y Estados Unidos.
El ensayo concluye que el uso de esta medida de colocarlos boca abajo es segura y muy sencilla de aplicar y no ocasiona ningún tipo de coste, sin riesgos asociados.
Proponemos, por tanto, un cambio en la práctica clínica actual para incorporar este tratamiento como parte de la rutina médica para los pacientes COVID-19 con insuficiencia respiratoria aguda que necesiten oxigenoterapia de alto flujo”, ha concluido Roca, que también es investigador del grupo de investigación en Shock, Disfunción Orgánica y Resucitación (SODIR) del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR).
Con información de EFE