No hay nada peor para un estado de derecho que sospechar que todos son delincuentes, que todo es ilegal. Con sus palabras, el futuro funcionario trató de dar también la señal de poder.
Ese fue el mensaje que dio el futuro Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú cuando acudió a “ver” los terrenos aledaños del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México y enfrentarse verbalmente a la apoderada de una empresa proveedora de la construcción.
“Nos vemos el dos de diciembre” “yo seré el próximo secretario” advirtió a la licenciada que tuvo que enfrentar al grupo del próximo gobierno de la cuarta transformación de la República.
Si bien hemos vivido en la cultura de la corrupción, donde los contratos se dan por compadrazgos o para cobrar moches, acusar a quien les exigen cumplir la ley solo alimenta un sentimiento de revancha.
Desde el primero de julio, fecha en que se confirmó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, se ha manejado una política pre-gobiernista de la revancha.
Porque la gente votó por un cambio, es importante amenazar a todos de que son corruptos, de que todos son producto de las malas prácticas de los sistemas políticas anteriores.
Los burócratas ganan tanto y no hacen nada, hay que bajarles el salario y quitarles sus prestaciones. Que el Estado Mayor Presidencial sólo sirve a la familia presidencial, hay que desaparecerlo. Que el nuevo aeropuerto internacional está mal planeado y mal construido, hay que cancelarlo.
Y a la par, se imponen proyectos también costosos, pero como son productos del cambio, hay que hacerlos “le duela a quien le duela”, como el Tren Maya, porque “me canso ganso”.
La cuarta transformación no puede estar basada en la sospecha y la acusación, sino en el orden y la ley, y eso no implica castigar a todos por haber estado en los regímenes pasados, finalmente el “cambio en México” tiene apenas cuatro meses y medio.
@asarubbi
