lunes, 23 de diciembre de 2024.

Vivan las cúpulas

Para nadie es extraño que México padece uno de los índices más bajo de aprecio a su democracia. El sistema político mexicano es el más odiado entre sus ciudadanos y como van las cosas, esta tendencia en vez de disminuir seguramente se incrementará.

 

Y es que los políticos han optado en este inicio de elecciones en escucharse entre ellos y ausentarse de las peticiones de los mexicanos. Para elegir a sus candidatos, los partidos se encerraron y unos cuantos decidieron quienes los abanderarían en la elección del 1º de julio de 2018.

 

Así, en los últimos días en México se ha resucitado el dedazo, la auto postulación y el apoderamiento de los partidos. Ningún candidato presidencial saldrá de una consulta entre sus militantes, ni siquiera pensar que haya sido expuesto a una elección entre simpatizantes.

 

Los partidos jugaron a lo seguro. Nadie se expuso a lo que ya saben, el rechazo de la ciudadanía. El candidato debía salir limpio, sin crítica alguna.

 

Inmediatamente las campañas de comunicación política han comenzado a dar frutos. A José Antonio Meade lo han situado del lado de los “ciudadanos” pero de aquellos que piensan que el PRI es lo mejor que nos ha pasado. A Ricardo Anaya lo han arropado los partidos de oposición, aquellos que sólo están buscando sacar al PRI de Los Pinos, y a Andrés Manuel López Obrador lo han identificado con… Andrés Manuel, el mismo que lleva 18 años en campaña.

 

El furor por los independientes se ha caído, sobre todo porque el más adelantado, el Bronco, ha mostrado ser un verdadero representante de lo peor de los partidos que un representante de la ciudadanía. Además, de que la aplicación que el INE ha otorgado a los aspirantes sin partido, limita la decisión ciudadana de apoyar una candidatura.

 

La apuesta de consultores políticos y comunicólogos será posicionar a su candidato lo más cercano a lo que la ciudadanía quiere y desea: no volver a ver a los partidos en su realidad.

 

Más que mostrar al candidato más preparado, se tendrá que luchar por conseguir el derecho de ciudadanía de Meade, Anaya o el propio López Obrador.

 

Una apuesta de por sí muy difícil, con muchas posibilidades de derrota.

 

Por lo pronto hemos empezado mal, al volverle a dar a las cúpulas el poder absoluto de elección de los candidatos. En 2018, ningún aspirante habrá salido de la decisión de militantes ni de simpatizantes. Sólo con el apoyo de unos cuantos, los tres candidatos más importantes enfrentarán las urnas.

 

Las cúpulas han hablado, ya tienen a sus candidatos, veremos que dicen los ciudadanos, esos que fueron ignorados en la elección de los abanderados.

 

@agsarubbi

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