El papa Francisco salió el viernes en defensa de los migrantes ante los brotes de xenofobia y criticó que sean vistos como “mal social”, en una intensa jornada en la que rondó de nuevo el escándalo de los abusos sexuales en la iglesia.
Durante su tercer día de visita a Panamá, donde encabeza la Jornada Mundial de la Juventud, el pontífice también reprochó los “muros invisibles” que dividen a la sociedad entre “buenos y malos”.
Su mensaje resuena fuerte en una América Latina, la región con más católicos, enfrentada a un movimiento migratorio sin antecedentes.
Caravanas de centroamericanos desafían el empeño del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de levantar un muro en la frontera con México para frenar la inmigración ilegal.
Francisco fue enfático en un encuentro de masas con los jóvenes: “Queremos ser la iglesia (…) que no estigmatice y menos generalice en la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo emigrante como portador de mal social”.
El líder de los católicos reiteró su compromiso de “acoger, proteger (…) e integrar” a las personas que son forzadas a huir por la violencia y la falta de oportunidades como en el caso de Centroamérica, o por el colapso económico y la pugna por el poder como sucede en Venezuela.
Francisco hizo emocionar a la multitud de jóvenes que soportaron varias horas de sol en el paseo marítimo de Ciudad de Panamá. Los organizadores calcularon unos 400 mil asistentes.
Uno de ellos, el salvadoreño Herberth Cruz, evocó con las palabras del papa el temor en su barrio.
“A mis vecinos les tocó emigrar por las pandillas porque solo con pasar de una calle a otra a uno lo podían matar. Yo no podía ir a misa en mi parroquia, porque era territorio de otra banda”, contó a la AFP este universitario de 29 años.