País de proporciones gigantescas, de una historia milenaria, de sacrificios y triunfos sublimes. Es Rusia, con todas sus exageraciones y maravillas, con todos sus momentos de luz y sombra. Con sus tragedias y paraísos unidos de forma eterna. Y claro, ahora también es la sede de la Copa Mundial del Futbol.
Cuando hablamos de grandeza, Rusia levanta la mano. Es un país tan grande que abarca dos continentes: Europa y Asia, o en otras palabras, ocupa una octava parte del planeta con sus 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión.
Si te resulta difícil levantarte temprano para disfrutar de los primeros partidos de la jornada, toma en cuenta que en Rusia hay 10 zonas horarias distintas, así que seguro que ellos también sufren un poco. Las dimensiones que tiene esta nación también ha impulsado la construcción de grandes vías de comunicación.
Una de las más emblemáticas es el ferrocarril transiberiano. Sus nueve mil kilómetros te llevan de Moscú (Europa) a Vladivostok (Asia). Tarda 152 horas en completarse, pero no te preocupes, ya que puedes bajar a estirar las piernas en cada una de sus estaciones. ¡Ah! Y el menú del tren tiene 18 páginas.
Se come bien en este país, pero es importante que te acabes todo lo que hay en el plato. Entre los rusos es de mala educación dejar sobras, pues sienten que faltas el respeto al anfitrión. Los platillos más populares son el borsch (sopa de verduras), el shchi (sopa de col con carne), la uja (sopa de salmón o bacalao con papas), el shashlyk (carne con cebolla) y el caviar, que es mucho más común en ese país.
No podemos llegar a este párrafo sin mencionar a la bebida tradicional de Rusia: el vodka. Se dice que allá se bebe para paliar un poco el frío, aunque no es la única bebida popular, de hecho, hay una que es mucho más utilizada para combatir las bajas temperaturas: El té, servido con “samovar”, un recipiente metálico estilizado que se usa para mantener caliente esta bebida.
Sobre el vodka, allá no se le agrega hielo ni se mezcla con otras bebidas. Tampoco va con la comida, sino como un mero entremés.
Lo que debes conocer
Los rusos tienen fama de ser muy “serios”. Lo cierto es que no sonríen a extraños o gente que acaban de conocer, aunque no por groseros, sino por un convencionalismo social. Al saludar, los hombres estrechan manos y dicen “priviet” (“hola”). ¡Nada de besos! Eso era una costumbre entre los políticos soviéticos.
Cuando visites una casa es de buena educación llevar un presente, por pequeño que sea. Eso sí, no se recomienda que entres con calzado puesto. Los dueños te prestarán unas sandalias o zapatillas especiales, para no introducir polvo de la calle en la morada.
También se habla de cultura
El pueblo ruso es también un semillero de cultura. En San Petersburgo, por ejemplo, cada año se celebran 100 festivales culturales y tradicionales, siendo la mitad de ellos de corte “internacional”. Esa ciudad presume dos mil librerías, 80 teatros, 62 cines y 221 museos. ¡Aburrirse en ella es imposible! No podemos pasar por alto que uno de los museos más bellos del mundo, el Hermitage, se encuentra en esa urbe.
