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¿Tiene la culpa Trump?

lunes, 5 de agosto de 2019
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Este fin de semana hablaron las balas en los Estados Unidos. El impulso de los proyectiles que salieron de los rifles y pistolas e impactaron en los cuerpos, fue por la fuerza de declaraciones antinmigrantes, en especial contra los mexicanos.

El primer tiroteo se dio en un WalMart en El Paso, Texas, donde Patrick Crusius, un joven de 21 años, quien se trasladó hasta ese punto desde la ciudad de Dallas, abrió fuego indiscriminadamente contra los asistentes al centro comercial, asesinando a 20 personas de las que en un principio se dijo que tres eran ciudadanos mexicanos, pero después se confirmó que eran seis.

Al ser detenido por la policía de El Paso, Crusius se mostró sin ningún tipo de remordimiento o angustia y no dudó en afirmar: “Mi objetivo era matar al mayor número de mexicanos posible”.

Y cómo no, si el actual Presidente Donald Trump ha basado su presidencia y sus aspiraciones reeleccionistas en un odio racial ante los que califica de “bad hombres”.

Trump lo logró. Su muro no fue de concreto sino de plomo. Sus explicaciones no trajeron un reconocimiento de que él ha regresado la intolerancia y la xenofobia en los Estados Unidos. Para el mandatario norteamericano, los tiroteos en Texas, Ohio e Illinois, son producto de la salud mental de quienes los ejecutaron.

Durante el domingo también se registraron dos tiroteos más, uno en Dayton, Ohio, en el interior y exterior de un bar llamado “Ned Peppers”, donde hubo diez muertos y 26 heridos, según lo reportado hasta el momento. El atacante murió abatido por las fuerzas de seguridad.

Un tercer tiroteo ocurrió en Chicago, Illinois, donde siete personas resultaron heridas al ser atacadas desde un vehículo en movimiento que se dio a la fuga. Se trata de tres mujeres y cuatro hombres, de entre 19 y 25 años. Hasta el momento no hay detenidos, ni se conocen los motivos del atentado.

Estados Unidos se hundió nuevamente en la desgracia y el terror, sin embargo esta vez no fue por culpa de una fuerza externa, sino un enemigo interno: el racismo.

Lo peor es que esta idea xenófoba está infectando a otras naciones como México. Con el objetivo de que no sea castigada con un arancel a todos los productos por parte de la Unión Americana, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aplica una política migratoria que está centrada en la detención de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, encerrarlos en estaciones migratorias y deportarlos en el momento que se pueda y se tengan recursos.

La migración tiene hoy un rostro de sangre, de violencia, de ilegalidad y de delito. El muro es de intolerancia, de odio y de barbarie.

Las balas están disparadas por locos, pero inspiradas en dos gobernantes. Uno, Trump que ha asegurado su vida política a la xenofobia de millones de norteamericanos hartos de la migración y dos, un Presidente mexicano que trata los indocumentados como delincuentes.

@agsarubbi

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