En los 20 meses transcurridos desde el inicio de la guerra en Gaza, Amit Halevy ha recibido escupitajos y gritos, la han apedreado y le han arrojado huevos en las calles de Israel. Todo por pedir la paz.
«Nos sentábamos en silencio, un grupo de mujeres vestidas de blanco, con carteles en hebreo, árabe e inglés que decían: ‘Compasión’, ‘paz’, ‘seguridad nutricional'», me contó.
«Pensábamos: ¿quién discute con la paz? Pero estas manifestaciones recibirían el mismo odio que cuando pedíamos Alto a la Ocupación o Liberación de Gaza. Un hombre nos gritó durante una sentada por la paz en Tel Aviv que deseaba que nos violaran a todas en Gaza, mientras nosotras permanecíamos en silencio con carteles que decían ‘amor'».
Conocí a Amit en los primeros meses de la guerra. Nieta de sobrevivientes del Holocausto, me contó entonces cómo las conversaciones familiares sobre lo que ocurría en Gaza la llenaban de rabia y frustración. Está convencida de que las acciones de Israel equivalían a una «nazificación».
Información de BBC NEWS GLOBAL