El Ejército de Estados Unidos financió en 1985 la búsqueda del Titanic, hundido en abril de 1912, para esconder a la Unión Soviética una operación militar.
La misión de rescate de los restos del lujoso trasatlántico comenzó tres años antes, cuando el oficial de inteligencia naval y oceanógrafo, Robert Ballard, se encontraba en la búsqueda de apoyo económico para un proyecto personal.
El jefe adjunto de Operaciones de la Marina, Ronald Thunman, le propuso darle todo el dinero necesario a cambio de que lo ayudase a buscar el Titanic… y algo más: localizar dos submarinos nucleares que habían desaparecido en el Atlántico, en la década de 1960.
La condición de la expedición fue que los rusos no se enteraran, lo que Ballard aceptó. La gran mayoría del tiempo de operación se dedicó al hallazgo de “La trilladora” y “El escorpión” hundidos con una diferencia de cinco años.
De los últimos doce días de expedición para verdaderamente hallar el Titanic, les tomó ocho hallarlo: “aprendí algo del mapeo del Escorpión que me enseñó a encontrarlo, buscar su rastro de escombros”, dijo Ballard.
Fue así que cuatro días antes del periodo establecido, encontraron los restos del trasatlántico, lo que al principio provocó felicidad en el equipo de expedición, pero el estado de ánimo cambió pronto a medida que se acercaban a los restos.
“Nos dimos cuenta de que estábamos bailando en la tumba de alguien. Nos volvimos sobrios, tranquilos, respetuosos, e hicimos una promesa de no sacar nada de ese barco y tratarlo con mucho respeto“, narró a CBS.
Con información de Daily Mail