miércoles, 1 de enero de 2025.

Estrés infantil: niñas y niños enfrentando padecimientos de adultos

Estrés infantil: niñas y niños enfrentando padecimientos de adultos

Enfoque Educativo con Laura Águila Franco

@laura_aguila

Habitualmente se tiene la concepción de que las y los niños viven en “un mundo exento de preocupaciones”, ya que tan solo por ser pequeños las problemáticas no existen, o bien, son sencillas y simples, fáciles de resolver. Sin embargo, es importante considerar que,por razones de diversa índole, las y los niños también pueden cursar por condiciones que les generen “estrés”.

A este respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), define el estrés como “un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos un cierto grado de estrés, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos. Es la forma en que reaccionamos el estrés lo que marca el modo en que afecta a nuestro bienestar” (OMS,2023).

Ciertamente, el estrés se ha convertido en parte de la vida cotidiana, siendo de utilidad para mantenernos en alerta, cuando no se sabe manejar o regular de formacorrecta, principalmente en momentos en que se enfrentan escenarios o sucesos inesperados, puede llegar a ser dañino al propio organismo. Si en las personas adultas esta desregulación ocurre con una alta frecuencia, imaginemos lo que sucede en las y los niños, seres humanos en formación que se enfrentan constantemente a escenarios desconocidos en esa construcción y comprensión del mundo que les rodea.

La Dra. Loreto Focacci, psicóloga infantil alemana, señala que “debido a que el niño tiene pocas experiencias previas, no sabe como actuar frente a nuevas circunstancias, y es por ello que se estresa, porque desconoce cómo enfrentarlas” (Focacci,2016).Estas experiencias desconocidas, pueden generar estrés como una respuesta a un agente que está ocasionando cambios emocionales y/o físicos, y si bien es cierto que un estado de ansiedad puede llegar a ser relativamente útil, y generar motivación para enfrentar y resolver las situaciones, el estrés constante o de forma excesiva puede llegar a interferir en la vida social y la salud de quien lo enfrenta.

¿Qué eventos pueden originar estés en las y los niños?

Entre las causas más frecuentes se localizan las siguientes, sin que ello quiera decir que sean las únicas:

❖ Dolor, lesiones o enfermedades del niño o la niña.

❖ Enfermedad o muerte de un familiar cercano.

❖ Muerte de mascota o pérdida de su juguete favorito (con mayor frecuencia a corta edad)

❖ Preocupación por las tareas escolares y las calificaciones.

❖ Responsabilidades en la escuela, en casa y actividades extras que realizan.

❖ Acoso escolar, presiones de los compañeros o dificultades con amigos.

❖ Mudanzas, que implican el cambio de escuela, nueva casa, nuevos amigos, etcétera.

❖ Divorcio o separación de los padres.

❖ Crisis familiares, violencia doméstica, crisis económicas, etcétera.

❖ Inseguridad en el lugar donde viven.

❖ Pensamientos negativos. No soy lo suficientemente bueno en… mi cabello es feo, etcétera, son pensamientos que pueden provocar estrés en los niños.

❖ Noticias que ve o escucha en la televisión o internet.

❖ Abuso sexual.

Rasgos característicos de que un niño o una niña cursan por estrés. –

Cabe señalar que el estrés infantil puede presentar diferentes manifestaciones, y algo sumamente relevante es que los pequeños difícilmente podrán identificar que están “estresados”, por lo tanto, es labor de los padres y/o cuidadores a su alrededor estar atentos a síntomas que puedan mostrar básicamente en dos rubros:

♣ Molestias físicas: dolor de cabeza, problemas estomacales/digestivos, trastornos en el sueño, enuresis, cambios en su apetito:

♣ Indicadores emocionales: ansiedad, incapacidad de relajarse, miedos nuevos o recurrentes, enojo constante, llanto, y conductas regresivas a comportamientos de etapas anteriores del desarrollo, negativa a participar en actividades de grupo.

Karla Cervantes, profesora de la Facultad de Psicología, UNAM, establece que se reconocen dos tipos de estrés: positivo y negativo. “El estrés es positivo cuando nos mantiene en alerta, pero se vuelve negativo cuando es un estado constante. En los niños es positivo, por ejemplo, cuando se dan cuenta de que se les olvidó una cartulina que debían llevar a la escuela, o cuando deben asistir al entrenamiento y se les hace tarde; en estos casos, el estrés hace que el niño se active para solucionar el problema. Por otro lado, el estrés es negativo cuando se presenta con intensidad y con mucha frecuencia, provocando que el menor no pueda calmarse, y eso comienza a traer dificultades en su vida”.

De este modo, la especialista nombra como algunas causas del estrés negativo las siguientes:

▪ Acoso escolar o falta de amigos

▪ Cambios significativos en su vida o rutina (sus papás se están divorciando, cambio de escuela o casa, llegada de un hermano)

▪ Cambios físicos o corporales

▪ Problemas económicos en su familia

▪ Problemas familiares (violencia familiar)

▪ Eventos cercanos que provocan miedo (una operación, una enfermedad, vivir en un clima de violencia)

Por lo anterior, es recomendable que los padres pueden tengan la disponibilidad de apoyar a sus hijos a resolver las situaciones de estrés, brindándoles en la medida de lo posible, un hogar seguro, consistente y con un ambiente de confianza, en donde se les motive a realizar preguntas y a expresar su opinión y preocupaciones, sin que se sientan criticados o minimizados. Ayudarlos a construir una autoestima sólida a través de estímulos y afecto, permitiéndole la posibilidad de tomar decisiones para que sienta que es una persona valiosa e importante dentro de la familia.

La especialista en psicología infantil, Karla Cervantes sugiere que para apoyar a las y los niños a enfrentar y resolver las situaciones estresantes, es conveniente orientarlos para buscar diferentes tipos de soluciones; no desestimar o minimizar sus problemáticas; involucrarse más con las y los hijos, fomentando una adecuada comunicación; pasar más tiempo con las y los hijos: “alinear expectativas”, es decir “no exigir de más a nuestros niños. A veces, esperamos que un niño de 8 años haga cosas de uno de 12, pero aún no alcanza el óptimo desarrollo para hacerlas. Y eventualmente las podrá hacer, pero hay que respetar su proceso”.

En momentos de crisis las y los niños observan los comportamientos y reacciones de los adultos para aprender a gestionar sus propias emociones, y si bien es cierto que cada niño, niña va a reaccionar de manera diferentes a las diversas situaciones estresantes que se le presentan, es altamente recomendable conversar con frecuencia con ellos sobre sus emociones y sentimientos, recordar que muchos de los síntomas mencionados pueden ser temporales, como una respuesta natural a las situaciones difíciles y estresantes, si se observa que ya son persistentes  es importante que se brinde ayuda de un especialista.

 

 

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