No hay mejor mago perverso en la política que el Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Rich, Joseph Goebbels, quien definía su doctrina de esta manera: miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá.
Y de ahí, cada político ha hecho de esa frase su accionar. Por eso los países están mal, los reina la mentira. Pero no hay peor desastre para las naciones y los hombres que cuando una verdad sólo tiene cara de mentira.
En México estamos acostumbrados a que nos mientan y cuando se dice presentar una verdad, ésta inmediatamente se muestra como mentira.
Miente el policía, miente el automovilista; miente el gobernante, miente el gobernado; miente el maestro, miente el alumno. Mentimos todos o por lo menos desconfiamos de todos.
Nos hemos acostumbrado a la mentira y cuando hay una verdad siempre la queremos convertir en mentira. No hay otro camino para quienes buscan mantenerse a base de mentiras.
Ya lo dijo el poeta inglés del siglo XVIII, Alexander Pope, “el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”.
En México hay más de 20 mentiras por político. En estos días padecemos una donde nos quieren convencer que hasta nuestros nombres y datos personales son mentiras.
@agsarubbi